Antes del futuro imperfecto
Medardo Fraile
Páginas de Espuma. Madrid, 2010.
186 páginas. 16 euros.
Cuentos como los de antes, he oído por ahí. Y sí, son
cuentos como los de antes los de Medardo Fraile (Madrid, 1925), pero eso es
como no decir nada, sólo quedarse en los nombres, peculiares por antiguos (Gil,
Quintín, Rafaela, Visitación, Parmenio, Inocencio, Obdulia,…), en la época de
todas las historias y en el regusto de la prosa de Fraile. La verdad es que sí,
que seguramente todos los cuentos sean “como los de antes”, que nada aporta a
lo que ya habíamos leído de él, pero la verdad es también que todos ellos son de
ahora, porque la sensación que dejan después de haberlos leído es que las cosas
no han cambiado tanto, que, en el fondo todo es lo mismo. Las situaciones
pueden ser las de hace cincuenta años (barberos que hablan de los que
desertaron, familias que no se pueden permitir un sillón, niños de la escuela
que aprenden la lista de los reyes godos) pero el fondo es el mismo, da igual
la época. Fraile ahonda (sigue ahondando) en la condición humana y dignificando
el oficio de escritor de cuentos.
Antes del futuro
imperfecto viene a ser una coda a Escritura
y verdad, volumen publicado en 2004 por la misma editorial, Páginas de
Espuma. A lo que se presentó entonces como cuentos completos se le añaden ahora
treinta más escritos por el autor madrileño desde entonces. Ya lo han dicho, no
aportan nada nuevo, pero siempre es bueno encontrar en la librería cosas como
esta.
El libro aparece dividido en dos partes. En la primera,
titulada Antes del futuro imperfecto (Los
cuentos de las aulas), nos encontramos con cuentos de otros libros que,
ordenados, componen el paso por la escuela desde el colegio hasta la
universidad. Solo cuatro narraciones de esta primera parte son nuevas. En la
segunda parte, Fuera de sí (Cuentos del
futuro imperfecto) tenemos los cuentos que Medardo Fraile ha escrito ex
profeso para esta colección. En total, unas treinta narraciones que se separan
un tanto de los temas y las estructuras típicas del autor.
Novedoso, o fuera de lo común en Fraile, es encontrar, en
esta segunda parte, dos microrrelatos y el cuento que, a mi parecer, más se
sale de lo escrito por el autor en sus demás colecciones de relatos, el llamado
Culturalia (p. 163). El protagonista
nos cuenta el cuento de un amigo, en el que la Academia sueca piensa en
otorgar el Premio Nobel a Sócrates. Por su estructura y por su trama, esta
narración es la que más se sale del Fraile al que estábamos acostumbrados.
También llama la atención del lector el titulado Play it again, Sam (p. 175), donde
Fraile nos pone en la visión de un hombre que, como si de un cuadro de Magritte
se tratara, ve a los demás como ataúdes. En Old
man drive (p.179) el autor nos propone un viaje por las noches paranoicas
de un solitario personaje. En éstos, Fraile olvida las estructuras que han sido
seña de identidad en su literatura (presentación del personaje en una sola
frase, nudo del cuento y final más o menos abierto) y el lector se sorprende
con los nuevos giros y propuestas desconcertantes.
Por lo tanto sí, cuentos como los de antes, porque no cambia
nada en Medardo Fraile. Los temas son los mismos, pero ese “como los de antes”
no implica que la vigencia y la contemporaneidad de sus relatos hayan mermado.
Impecable como siempre. Ahonda como siempre. No es nada como antes.
Juan José Mediavilla
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