El grito
Antonio Montes
Siruela. Madrid, 2011.
297 páginas. 17,95 euros.
El debut literario de Antonio Montes (Málaga, 1980) supone
uno de los mejores de los últimos años. Su novela El grito ha sido merecedora
del Premio de Novela Café Gijón y entra como novedad destacada de este año. Ya
hacía falta. Con una acción que transcurre en las horas que dedica una familia
al velatorio de la abuela, el autor compone un mapa de personajes y acciones
que tratan de analizar sus miserias y sus almas.
Ninguno de los personajes tiene nombre, exceptuando a los
dos hermanos, Luis y Carlos, nietos de la difunta, cuya historia iremos
conociendo poco a poco y que será el aliciente más importante para que el
lector continúe adentrándose en la historia. Los demás personajes, se designan
con generalidades como “el hijo de la muerta”, “la niña tonta”, “el alcalde”,
etc.
La novela se estructura en capítulos cortos, con los diálogos
insertados sin señales tipográficas ni apenas introducciones de personajes. Esto
da al relato la velocidad necesaria para el tiempo que narra, apenas un día de
velatorio. La sucesión de personajes se acerca, salvando las distancias, a los
autores más representativos de mediados del siglo XX español, sobre todo aquellos
que, como Delibes o Cela, se pararon a contarnos las vidas cotidianas de un
mundo rural bestial y tremendo. Lejos de tanto tremendismo pero sin olvidarse
de él, Montes conforma un grupo de personajes que harán que el lector vea sus más
crueles instintos y sus miserias más arraigadas a través de un examen lúcido en
que el autor está cómodo.
Entre estos tipos, Montes da importancia, por ejemplo, a la
pareja de cotillas del pueblo, que se pasan toda la novela fisgando por las
habitaciones de la casa, y de esto saldrán algunos capítulos reseñables. También
los dedicados al vejete que cuenta a Carlos y Luis sus peripecias en la cárcel
y en el exilio. Las señoras rezando el rosario y los hombres fumando en la
puerta de la casa son asimismo historias que el autor intercala, haciendo de El
grito una novela en la que el uso del tiempo es el gran acierto literario. Sin
embargo, como se ha dicho, es la historia de los dos hermanos el verdadero
motor de la narración. El final se vislumbra si el lector está atento a las
señales que anticipan la catástrofe.
Montes debuta en el panorama narrativo español con fuerza.
Seguiremos atentos a sus siguientes publicaciones para ver si esto es solo un
avance o se va a quedar en ello.
Juan José Mediavilla
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